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¿Bancos centrales asumen muchos riesgos al comprar grandes cantidades de acciones?

Businessman touching stock market graph on a virtual screen display. Photo: Shutterstock Businessman touching stock market graph on a virtual screen display. Photo: Shutterstock

En años recientes, al menos dos bancos centrales muy grandes han estado comprando ingentes cantidades de acciones, algo normalmente considerado como una inversión riesgosa. Si la idea de que un banco central tenga una cantidad significativa de acciones de una compañía suena extraña, eso no es muy sorprendente.

NUEVA YORK, EE.UU. 8 julio (Reuters) — Normalmente se cree que los bancos centrales son instituciones muy conservadoras; si fueran autos, serían sedanes familiares seguros. Sin embargo, últimamente algunos bancos centrales han estado haciendo el equivalente del mercado a pasar corriendo en un convertible deportivo. En años recientes, al menos dos bancos centrales muy grandes han estado comprando grandes cantidades de acciones, algo normalmente considerado como una inversión riesgosa.

El Banco Nacional de Suiza (BNS) ahora tiene un 20% de sus reservas en acciones, un alza desde un 7% hace una década. Más de la mitad se compone de acciones de Estados Unidos. Y decir que el Banco de Japón (BoJ) se convirtió en un jugador en el mercado de acciones de ese país sería una subestimación; el BoJ actualmente posee casi 75% del mercado de fondos cotizados en bolsa (ETF, por sus siglas en inglés) japoneses, también con una fuerte alza desde hace solo unos años.

Otros bancos centrales, incluyendo al Banco Central Europeo y el Banco de la Reserva de Sudáfrica, también hacen adquisiciones similares, aunque Japón y Suiza son los compradores más agresivos de acciones. Si la idea de que un banco central tenga una cantidad significativa de acciones de una compañía suena extraña, eso no es muy sorprendente. En Estados Unidos, por ejemplo, la Reserva Federal  tiene una prohibición legal de poseer acciones, y en cambio, invierte sus reservas en bonos y otros valores respaldados por el gobierno.

Algunos otros países, obviamente, tienen reglas diferentes en sus estatutos, y una modesta propiedad de acciones se ha convertido en una estrategia de los bancos centrales por años. Aun así, la práctica de que los bancos centrales posean cantidades significativas de acciones es un fenómeno muy reciente ¿Por qué está ocurriendo ahora, y qué tipo de riesgos conlleva esta tendencia sin precedentes?

En el caso de Japón, el motivo es claro: por décadas, el país ha tenido dificultades para sostener el crecimiento económico, y el BoJ ya ha agotado las formas más tradicionales de estímulo, como los recortes de tasas de interés y las compras de bonos. Tanto el primer ministro Shinzo Abe como el gobernador del BoJ, Haruhiko Kuroda, tienen dificultades para estimular la expansión y desafiar las expectativas de deflación. En contraste, el banco suizo parece estar actuando más como un agresivo inversor individual: ha estado comprando acciones porque allí es donde se puede ganar dinero.

Sin que lo sepan muchos inversores estadounidenses, el BNS es un accionista significativo en reconocidas firmas estadounidenses como Amazon, Apple, Facebook y Microsoft (en general un poco más de un cuarto del mercado de acciones de Estados Unidos pertenece a accionistas no estadounidenses, pero la alta concentración del banco suizo es inusual). Para muchas compañías, los únicos tenedores de acciones más grandes que el banco central suizo son jugadores institucionales como Vanguard y Blackrock.

Y, como han señalado Dave y Helen Edwards, esas compañías tienen inversiones de muchos individuos e instituciones —lo que implica que el BNS en muchos casos es el mayor fondo individual—. La estrategia de las acciones ciertamente ha tenido algunos beneficios. Curiosamente, el banco central suizo de hecho se ha negociado como una acción (SWX: SNBN). Después de muchos años de cotizar en cerca de US$1,013 por acción, en años recientes ha llegado a subir hasta US$8,106; la escalada del precio corresponde más o menos al momento en el que el banco comenzó a comprar acciones en cantidad.

A Japón no le fue tan bien; su PBI se contrajo en el primer trimestre del 2018 después de dos años de crecimiento (sin embargo, la acción de su banco central está teniendo un buen año, con un alza de alrededor de 20% desde enero). Igualmente, la estrategia de las acciones no está exenta de riesgos. Los mercados de acciones pueden dar giros dramáticos a la baja rápidamente, y si un banco central fuera visto vendiendo presa del pánico, fácilmente podría acelerar un declive del mercado.

Ciertamente, durante liquidaciones de los mercados los bancos centrales normalmente tratan de aportar liquidez, no retirarla. Pero el mundo aún no ha visto una bajada significativa de las bolsas en la que los bancos centrales sean accionistas mayores. Y aún sin una caída amplia del mercado, los bancos centrales podrían afectar los precios de las acciones si decidieran reducir sus tenencias por otros motivos, como fortalecer o debilitar su moneda nacional.

Adicionalmente, dado que los bancos centrales efectivamente pueden crear dinero a voluntad, la idea de dinero instantáneo convirtiéndose en acciones de empresas suena a algunos observadores como una probable receta para la inflación (en el caso japonés, un poco de inflación de hecho podría ser la meta buscada). La propiedad de acciones por parte de bancos centrales también conlleva una complicación de gobierno corporativo. Un banco central que posee una cantidad sustancial de acciones en una compañía tiene, al menos en teoría, alguna responsabilidad por cómo se maneja esa empresa.

Pero la idea de una compañía del sector privado siendo dirigida incluso parcialmente por un banco central alberga potenciales conflictos de interés, y choca con la forma en la que la mayoría de las naciones desarrolladas han concebido la relación entre los mercados y las instituciones estatales a lo largo de las últimas décadas. La alternativa —propiedad sin responsabilidad— no es más atractiva.

Por el momento, las estrategias de acciones que impulsan Suiza y Japón no parecen ser temas políticos candentes en esos países. Pero no hay mercado de acciones que suba para siempre. Un declive de las acciones podría crear una situación muy espinosa en la que los bancos centrales tengan que liquidar sus carteras, con consecuencias que son difíciles de predecir.

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