BUENOS AIRES, Argentina. 17 oct. 2018 (EFE) — La elevada inflación en Argentina, que en septiembre repuntó un 6,5%, récord en el año y una de las cifras más altas desde la quiebra del 2001, es un “coletazo” de la crisis financiera desatada hace meses y que está alcanzando su punto más alto, explicó a Efe el economista Ignacio Carballo. “Son coletazos de lo que fue esta crisis que comenzó allá por fines del mes de abril, y hoy se estima que está llegando al punto culmen para después empezar a bajar”, opinó Carballo, docente e investigador de la Universidad de Buenos Aires y la Universidad Católica Argentina.
Para el experto, al analizar la inflación se debe observar en paralelo el tipo de cambio, y es que desde abril hasta mayo el dólar se ha disparado un 98,5% frente al peso argentino, y un 37,8% en agosto, una fuerte devaluación que va trasladando a los precios de una manera “aletargada” por la caída del consumo, que no permite que las actualizaciones sean inmediatas. Carballo señaló también como causantes a los aumentos de los precios regulados, como los de la electricidad o la gasolina, que impactan notablemente a su vez en productos como alimentos y bebidas.
El tipo de cambio, empleado comúnmente como un termómetro para medir la confianza y la situación económica del país, se ubica actualmente en 37,10 pesos por dólar, pero a finales de agosto rozaba los 42 pesos, “una turbulencia por la incertidumbre en un momento de cambios”, durante la negociación de un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Ahora, tras semanas de mayor estabilidad, Carballo aprecia un “mercado acomodándose a un nuevo punto de equilibrio”, y cree que la adopción de una política monetaria más restrictiva y la fijación de bandas de no intervención cambiaria han contribuido a “quitar la parte más especulativa” de la volatilidad de la divisa argentina.
Sin embargo, la decisión del Banco Central de eliminar la emisión de dinero, anunciada a finales de septiembre, tendrá unas consecuencias “de manual: caída de la inversión, caída del salario real, que conlleva una caída del consumo, que conlleva un freno de la economía”. Esa política “profundiza” la recesión económica, ya que ha elevado los tipos de interés hasta superar en ocasiones el 70%, y con esa tasa “no hay economía real que le gane a la economía financiera, no hay crédito posible que permita suavizar la caída del consumo”.
En esta coyuntura, el Gobierno fía su futuro económico a reducir a cero el déficit fiscal primario el próximo año, y a que la devaluación sume competitividad e impulse las exportaciones y la inversión, dos puntos con los que Carballo se muestra escéptico. Acerca del ajuste pactado con el FMI, el economista recordó que en 2019 hay elecciones presidenciales, y existe una “regla” histórica de que en años electorales el gasto público no se reduce; y frente al factor de la devaluación afirmó que “la competitividad obtenida solamente por tipo de cambio es una competitividad espuria, es transitoria”.
No obstante, Carballo ve muy remota la posibilidad de que Argentina vuelva a caer a sus peores momentos, y aun “en el peor de los casos, no puede pensarse algo de la magnitud de la crisis del 2001”. En esos momentos, el Gobierno enfrentó una crisis cambiaria, al tener que salir de la paridad del peso con el dólar, financiera, con las deudas y los depósitos bancarios en divisa estadounidense, y política, con un presidente huyendo en helicóptero de la Casa Rosada y una sucesión de mandatarios en pocos días, unas condiciones que, para el economista, no son comparables a las actuales.